Este libro de 74 páginas (sin incluir los agradecimientos) nos presenta textos a manera de ensayos donde la columna vertebral es el ejercicio de la crítica cinematográfica que reconocemos en clave del desmenuce del lenguaje cinematográfico que se adjetiva. Es una práctica que data de las décadas del sesenta y setenta del siglo pasado y que permanece en la actualidad en los diferentes catálogos de cine, diarios impresos y portales web.
Hoy en día, cuando la práctica estructuralista de la crítica (esa misma que se sustenta en el análisis de películas) se aplica a filmes sobre diversidad sexual y de género se suele cruzar la frontera de las vivencias personales de quien realiza la crítica. Milagros Amondaray se reconoce bisexual. Esto, probablemente, no habría sido posible en 1960. Sin embargo, una cosa es reconocerse identitariamente como bisexual y otra la postura queer (o no queer).
¿Hasta qué punto el libro Que la corriente me arrastre invita a descubrir el cine queer? Lo queer es una definición con base en las epistemologías predominantes, es decir en cómo se ha construido el conocimiento en torno a ese halo de rareza que implica “ser auténticamente queer cuanto más raro se es”. Se entiende, el cine queer, entonces, como la cinematografía sobre personas LGBT+, pero no todo cine sobre diversidad sexual y de género es queer. Me gusta subrayar el espíritu ontológico de lo queer: el sentido insumiso, postidentitario y como postura de vida.
Plan B es la única película latinoamericana incluida en Que la corriente me arrastre, el resto corresponde a obras norteamericanas, canadienses y del Reino Unido con esquemas de producción diferentes. Si lo queer, ante todo, es una postura de insurgencia política post identitaria, entonces no es suficiente reconocerse a manera de espejo con los personajes para proclamarse queer. Esto lo tiene claro Amondaray. Ella no se declara queer.
Quizá el subtítulo Cine queer para descubrir no era el más apropiado. Llego a esta conclusión al recorrer páginas con pasajes del amor romántico en clave amor/desamor, miedos e inseguridades manifiestas en la vorágine de ser observados/as, señalados/as o de contarlo a alguien. Una manera de manifestarse los clósets construidos con puertas a medio abrir que enérgicamente rechazarían las personas militantes cuir/queer, y que siguen latentes en la frase de la autora: “Uno alega confusión cuanto más seguro está”.
Tangerine de Sean Baker y El duque de Burgundy de Peter Strickland representan los dos ensayos más queer de la publicación si pensamos en el sentido postidentitario y de quiebre a la norma.
Que la corriente me arrastre. Miradas al cine sobre diversidad sexual sería el título que, más exactamente, se correspondería con aquello que las personas lectoras pueden encontrar en los diez ensayos presentados. A continuación, una aproximación a cada uno de ellos:
Llámame por tu nombre: un momento en el tiempo
Es un ensayo que conserva de la tradicional crítica de cine periodística la mención sobre algunos elementos del lenguaje cinematográfico: la música, los diálogos, la fotografía y la comparación de escenas con relación a lo escrito en el libro homónimo sobre el cual se adaptó el guion para cine.
Lo que hace que el ensayo adquiera identidad propia es esa clave de relato sobre el filme a partir de metáforas y descripciones a manera de imágenes en movimiento aceleradas que develan la emocionalidad de la escritora.
Tom en la granja: el presente insostenible
Nuevamente, Amondaray, hace visible un conjunto de elementos de la crítica de cine tradicional (un plano cerrado, la música de Gabriel Yared, los colores de la paleta y el ahorro de un flashback) en clave relato de imágenes en lento movimiento. Esto tiene una explicación: se centra en la palabra. La desestructura. En esa mirada estructuralista recurre a varias citas de Roland Barthes y una de Roberto Bolaños.
Dolan (director/actor) y Tom (protagonista) admiten reversibilidad en el relato, así como el amor a veces es tristeza, pasión, cariño e intensidad. Esta última característica puede pasar al borde de la violencia. En ese momento el amor se evapora.
La vida de Adele: que la fuerte corriente me arrastre
Este ensayo se aproxima a la crítica de cine académica. Esa que recurre a la literatura. Amondaray aprovecha el espíritu literario de una escena donde se menciona la novela La princesse de Clèves (cuya autoría se atribuye a Madame de La Fayette), extendiéndola a su propia escritura a través de ideas extraídas de la novela Sputnik, mi amor del japonés Haruki Murakami. El amor/ desamor es el centro del ensayo y así lo deja saber con las palabras precisas de Murakami: luz intermitente.
En medio de analogías literarias emerge una postura sobre la duración del filme (3 horas) que la autora considera un tiempo extendido (no estirado) como decisión estética y narrativa. Justificación válida para una periodista de espectáculos y crítica de cine con 40 años de edad. Hoy en día la mayoría de quienes se encuentran en la veintena han sucumbido a las métricas rápidas, así como a la liquidez misma de la sociedad como bien lo rotulara Bauman.
Carol: estoy viviendo, no estoy matando el tiempo
En este ensayo se introduce referencias sobre la experiencia personal de la autora con otras mujeres. Son citas breves (y no relatos extendidos) que análogamente se hilan con pasajes de la novela El precio de la sal (Carol) sobre la cual se basó el guion cinematográfico de Carol.
Emerge el rol de la crítica de cine cuando destaca que Edward Lachman realiza una fotografía impecable. Adjetivar los estatutos semióticos del cine es frecuente en el ejercicio de la crítica. Por otro lado, menciona a Breve encuentro dirigida por David Lean y Lovers and Lollipops dirigida por Morris Engel y Ruth Orkin. Solemos reconocer un texto sobre crítica cinematográfica por las menciones a otras películas.
Cuando cita a Susan Sontag y Jul Maroh, Amondaray recupera su alma identitaria, disidente. Susang Sontag fue bastante abierta sobre su bisexualidad y Le bleu est une couleur chaude de Jul Maroh es una novela gráfica sobre amor entre mujeres.
Lilting de Hong Khau: todo significa nada para mí
De nuevo la luz intermitente de Murakami aparece mencionada. Esta vez acompañando la referencia a los temas musicales Everything reminds me of her y Everything means nothing to me por Elliot Smith. El lilting es un canto tradicional de Irlanda, pero la acepción que adquiere como título de la película, y del ensayo de Amondaray, ella misma lo aclara: una melodía alegre que nos puede acompañar toda la vida. Melodía intermitente a manera de leitmotiv donde todo significa nada. Los recuerdos, los abrazos y las miradas de los personajes adquieren esta connotación en el lenguaje cinematográfico que detalla (flashbacks, cámara fija), adjetiva (interpretación desgarradora, pico poético) o hace verbo (titila desde su narrativa).
Appropiate behaviour: no soy esa clase de chica
Un texto breve donde la autora se confiesa bisexual como espejo a lo propuesto por la directora Desiree Akhavan. Emergen las citas a los filmes Annie Hall dirigido por Woody Allen, Frances Ha dirigido por Noah Baumbach y High art dirigido por Lisa Cholodenko. Dos son las ideas que resaltan: el amor es cíclico y la bisexualidad está rodeada por muchos mitos como el de personas indefinidas o promiscuas.
Weekend: dos días en la vida
Fin de semana de los personajes Glen y Russell quienes representan dos estilos (la vida queer y el clóset) constantemente contrapuestos en un puñado de audiovisuales y propuestas literarias producidas desde 2010. Sin embargo, la autora no desarrolla ni reflexiona estas contradicciones. En clave romántica (sí, así como la película misma) nos relata lo significativo del encuentro citando el filme Antes del atardecer dirigido por Richard Linklater y la serie Looking dirigida por el mismo director de Weekend, Andrew Haigh. Siguiendo este mismo ejercicio de citas de filmes yo recordaría -muy apropiadamente- el largometraje chileno Los fuertes, dirigido por Omar Zúñiga.
Cuando la temática de un filme apunta al amor con temporalidad limitada, entonces la balanza de la narrativa audiovisual gira en torno a la madurez de esa relación: aceptar las diferencias, vivir cada momento a plenitud y hacer de la ruptura o separación la mejor de las experiencias.
Plan B: te veo, me sonrojo y tiemblo
Este ensayo contiene una de las declaraciones más honestas de la autora sobre el amor romántico: “Qué idiota te hace el amor”. Recuerda sus primeros novios: Francisco y Martín. Describe las sensaciones del amor y desamor. Plan B, la ópera prima de Berger, de acuerdo con Amondaray, representa una comedia romántica inconsciente. Esa clave de tensión sexo-afectiva entre hombres que el director argentino prolongará por muchos años más. Desaparecerá hasta dirigir El cazador. Luego, evolucionará a tensiones homofílicas (no homosexuales) en el documental Gualeguaychú el país del carnaval.
Tangerine: ir de frente
En dos páginas Amondaray presenta una breve nota que no llega a constituirse en ensayo ni en crítica cinematográfica. Nos recuerda que el filme es crudo y sin atajos. A mi modo de ver, Tangerine representa la película más queer como insurgencia política. Ir de frente lo llama la autora. Implica un mostrarse como se es. Las vivencias de un grupo de mujeres trans que ejercen la prostitución y reivindican sus cuerpos y sus decisiones como disidencias sexuales y políticas. No hay necesidad de justificar a nadie por qué hacen lo que hacen.
El duque de Burgundy: dónde se enseñará a ser feliz
Una nota sobre un filme que narra la historia entre una mujer joven y otra mayor. Película alabada por los/las críticos/as. Para ellos/ellas representan un cine erótico lleno de obscenidades realizadas con elegancia. Milagros Amondaray describe el filme como la búsqueda de la felicidad. Quizá, lo que desea destacar son las formas diferentes de amar que exceden los códigos tradicionales de una relación de pareja. Eso también es insurgencia política y vida queer.
Por: aliriocinefilo