Cada vez que recomiendo un filme a mi amigo Lucas, el violinista, pienso en qué tipos de películas prefiere. Huye a las métricas lentas, a los dramas y relatos intimistas con planos fijos. Adora lo jocoso y los finales cerrados. Lucas es una muestra del tipo de espectador que no excede los 24 años, consume y disfruta Netflix. Sus gustos son cambiantes. No me tomé la molestia de sugerirle «Fin de siglo», pero si dedico unos minutos para escribir estas líneas sobre el filme dirigido por Lucio Castro, ganador del premio a Mejor Película en la Competencia Argentina de la 21° edición del BAFICI.
Comencé mencionando un tipo de espectador en el esplendor de su veintena, porque es una manera idónea de recordar que las películas en los circuitos de festivales y salas alternativas tienen una ruta distinta a las películas en salas comerciales y formatos streaming. Los públicos también son diferentes. Sobre esto, hartas veces se ha escrito. Ahora bien, me interesa quedarme con el posible imaginario sobre los jóvenes de veinte años para contrastar con las personas que superan los 40 años.
40 y 20, dos décadas de distancia. Fin de siglo es un filme sobre el diálogo entre dos momentos generacionales vividos por una pareja gay de clase media alta.
¿Es el amor lo qué importa en una relación de 20 años como pareja?
Me refiero al amor y no el «amor romántico». Prefiero referirme a un concepto que aunque polisémico, al menos hay parámetros simbólicos en el imaginario social, y no a un concepto delimitado en el activismo y algunos ámbitos académicos con mucha ambigüedad. Todos los conceptos se construyen y mutan pero hay permanencias de los mismos en ciertos contextos después de que la construcción involucra a más grupos de lo que imaginábamos. Con «amor romántico» pasará igual que con «queer»: nos daremos cuenta que empezará a salir de las revistas académicas, el activismo y algunas aulas, cuando lo degustemos en el cine y la tv, lo leamos en prensa, lo escuchemos en radio y empecemos a usarlo en la cotidianidad más allá del ámbito de las militancias feministas y por la diversidad sexual.
Fin de siglo no resuelve la interrogante. Aproxima a los espectadores al diálogo sobre gustos, valores, compromisos, sueños, miedos, traumas, rutinas y el deseo. La mirada juvenil y la mirada adulta sobre una relación monógama, su construcción y deconstrucción. Lecturas y más lecturas podrán hacerse a partir de la película. Puede discutirse sobre la réplica del modelo de familia patriarcal, la fidelidad, el matrimonio igualitario como pacto tácito de monogamia…
Un aspecto donde no se duda del amor es la paternidad en la edad adulta, pero ¿por qué no repensar la paternidad en otros momentos de la vida? Muchas parejas gais a los 40 años ya no quieren ser padres y menos aún en contextos de crisis. Más que la paternidad, la película puede ser útil para interpelarnos sobre la plena igualdad social y la justicia social. Aspectos no ficcionados en «Fin de siglo» y siempre clamados en Argentina.
Un mundo más justo e igualitario ocurriría si todas las parejas gais pudiéramos acceder a mejores beneficios en salud, empleo y vivienda. Tener una mejor calidad de vida nos facilitaría el hecho de convertirnos en padres. A «Fin de siglo» no le preocupa esto. Cumple otro propósito: representar a aquellas parejas que si pueden serlo y que, al menos, tienen cubiertas todas sus necesidades básicas (y más).
Por: aliriocinefilo
TÍTULO ORIGINAL
Fin de siglo
SINOPSIS
Un argentino de Nueva York y un español de Berlín se conectan por casualidad mientras están en Barcelona. Lo que parece un encuentro de una noche entre dos extraños se convierte en una relación épica, que abarca décadas, en la que el tiempo y el espacio se niegan a cumplir las reglas.
FICHA TÉCNICA
Drama /Catalán – Español / 2019 / Argentina /84 min / Color Actores: Juan Barberini, Ramon Pujol, Mia Maestro, Mariano López Seoane, Helen Celia Castro-Wood/ Director y Guionista: Lucio Castro Productores: Lucio Castro, Josh Wood/ Director de Fotografía: Bernat Mestres